Cuando los excesos del poder se rigen por la idiotez
Por Denis Vásquez Alvino
El circo tiene como particularidad entretener
a la gente. Un hecho que, a simple vista, resulta ser una verdad irrefutable. Sin
embargo ¿qué sucede cuando el circo es tomado como filosofía de Estado por un
régimen totalitario? Pues lo que debería ser un entretenimiento popular pasará
a ser una exigencia de Estado. Podríamos remontarnos a una infinidad de casos
desde la Roma post cristiana pasando por la Francia napoleónica y terminando en
la Alemania hitleriana. Casos evidentes donde el espectáculo mediático fue el
perfecto reemplazo a la incapacidad de los gobernantes, así como también, a los
deseos y excesos demenciales producto
del poder. En consecuencia, a través de los siglos la humanidad ha vivido
grandes ejemplos que podrían definir, de forma explícita, hasta qué grado de
idiotez pueden llegar los individuos
cuando su voraz apetito de poder termina
cegando su sentido común sobre las cosas. Un poder absoluto que, producto de la
gracia divina o las benditas armas, se
les concede.
Uno de esos pintorescos casos, por así
llamarlo, es el que se suscita en la actualidad en la parte norte de aquella
Corea destrozada y desmembrada por los achaques de la ya lejana naciente guerra fría, allá por la
década de los 50s. Época uando soviéticos y americanos se encargaron de definir
una gran rivalidad y diferenciación social, pese a ser todos parte de una misma
nación y cultura, entre la ya sepultada sociedad coreana. En consecuencia, y
tal como se desarrollaría en años posteriores en muchos otros frentes del globo
terráqueo, siendo Berlín el caso más emblemático, había nacido el mundo bipolar manifestado a
través de la guerra fría y donde se
enfrentaban el comunismo contra el capitalismo.
Ya de vuelta al 2014, uno de esos
individuos carentes de límites y sentido común es, sin duda alguna, el joven dictador norcoreano, Kim Jong-un, quien
durante la presente semana decidió imponer su propio corte de pelo a toda la
población masculina del país como medida obligatoria del régimen. El
modelo de pelo rapado en los lados y largo en la parte superior del cuero
cabelludo, con leves "variantes" -peinado hacia atrás o hacia
adelante, por ejemplo- será "obligatorio" en el régimen comunista.
"El corte de pelo de nuestros líderes
es muy especial", justificó una fuente del Gobierno de Pyongyang, quien
reconoció que éste "no se ve bien en todo el mundo, ya que cada
personas tiene un rostro y una forma de la cabeza diferente". Los primeros
obligados a acatar esta medida fueron los estudiantes en la capital norcoreana,
pero ahora Kim Jong-un extendió la norma obligatoria al resto de la población
masculina.
Las informaciones recuerdan que en 2005, cuando Norcorea aún era gobernada
por el padre del actual dictador, Kim Jong Il, la televisión estatal lanzó una
serie titulada "Vamos a cortamos el cabello de acuerdo con el estilo de
vida socialista", en la que se promovía el pelo corto. La propaganda fue reforzada con publicidad en
la prensa y en la radio llamando a utilizar el "corte de cabello
socialista".
La serie salió a las calles con cámaras ocultas para detectar a los ciudadanos "rebeldes" que rompían las normas, e incluso propagó el rumor de que una cabellera larga "le quita energía al cerebro". Pues bien, queda claro que las excentricidades del líder norcoreano han sobrepasado los límites de lo racional. Resulta anecdótico, por no decir lamentable, que en pleno siglo XXI aún existan sociedades que, entregadas a un fanatismo político que roza lo divino, toleren tanto atropellos por parte de un sus gobernantes.
La serie salió a las calles con cámaras ocultas para detectar a los ciudadanos "rebeldes" que rompían las normas, e incluso propagó el rumor de que una cabellera larga "le quita energía al cerebro". Pues bien, queda claro que las excentricidades del líder norcoreano han sobrepasado los límites de lo racional. Resulta anecdótico, por no decir lamentable, que en pleno siglo XXI aún existan sociedades que, entregadas a un fanatismo político que roza lo divino, toleren tanto atropellos por parte de un sus gobernantes.
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