22M porque un pueblo unido jamás será vencido
Por Denis Vásquez Alvino
El pasado sábado, en las calles de Madrid, se congregaron
alrededor de dos millones de personas, colectivos y pueblos de todo el Estado,
en una manifestación que cualquier persona con un mínimo de humanidad debería
tener en cuenta. El clamor popular se hizo eco durante la jornada sabatina
reclamando el no al pago de la deuda, la renuncia de gobiernos de la Troika,
detener los recortes del gobierno y más pan, trabajo y techo para todas y todos
en España.
Con un amplísimo apoyo popular, las Marchas de la
Dignidad avanzaron durante más de 5 horas desde Atocha hasta Colón, en un
ambiente de lucha y solidaridad entre pueblos, que no se recuerda en décadas.
Una acción construida durante meses, a base de trabajo militante y mucha
ilusión de cambio por una España mejor.
Desde que partieron, las Marchas de la Dignidad han
recorrido todo el estado haciendo asambleas en cada lugar por el que pasaban,
llevando una auténtica democracia a cada pueblo y recibiendo la solidaridad de
las gentes.
Frente a esta demostración de dignidad y democracia, el
sistema no tuvo ningún discurso que enfrentar, y su única respuesta, como ya es
de costumbre, fue la represión. Por un
lado, la represión mediática, con el silencio absoluto desde todos los medios
del régimen, hasta que la realidad se ha impuesto y se han visito obligados a
recoger nuestra lucha. Mientras que por otro lado, la represión política,
con declaraciones absurdas como las comparaciones con grupos de
extrema derecha, con ayuntamientos prohibiéndonos pasar o pernoctar en sus
municipios o autoridades locales increpado a compañeras y compañeros.
Finalmente, la represión policial, sufrida durante todo el camino, cuando
la guardia civil desviaba a caminantes por caminos paralelos de tierra y
piedras para dificultar su marcha, cuando la policía impedía que las
asambleas transcurriesen con normalidad o realizaba registros injustificados en
autobuses y turismos en las entradas a la capital. Pero especialmente cuando,
una vez en Madrid, un despliegue policial desproporcionado, formado por 1.700
agentes de la UIP traídos de varios lugares del Estado, fue utilizado para
amedrentar y reprimir al pueblo que intentaba hacerse escuchar como legítimo
derecho dentro de una sociedad civilizada y democrática.
No obstante, antes de
que la manifestación comunicada terminase, un ejército policial atacó sin
miramientos a la población civil indefensa. Desde la propia megafonía del acto que se estaba
celebrando en Colón, los organizadores pidieron a los agentes que parasen su
ataque, pero persistieron en la agresión. Una acción así, no se improvisa. Era
un plan premeditado para disolver la manifestación y conseguir abrir los
noticiarios televisivos con imágenes de violencia. Una vez más el pueblo
estaba siendo utilizado como instrumento de vil manipulación.
De nuevo los medios de comunicación del régimen han sido
cómplices de esta represión llamando violentos a manifestantes que se defienden
con lo que pueden, en lugar de señalar a un ejercito policial que usa porras,
escopetas y gases lacrimógenos para vulnerar el legítimo ejercicio del derecho
de reunión.
La dignidad está de parte del pueblo. Marchas como las
del 22M demuestra a la sociedad la fuerza popular que se puede ejercer ante la
pasividad y el caos que ofrecen los gobernantes. Una vez más queda demostrado
que la unión hace la fuerza.
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